Una investigación sobre el maltrato psicológico en el noviazgo entre jóvenes, realizada en el País Vasco, constata la existencia de esta realidad y arroja como uno de sus principales resultados que las chicas no perciben esos comportamientos como violencia de sus parejas.
Otros resultados 'muy preocupantes', según las autoras del estudio, son que las jóvenes ven esos malos tratos como un rasgo de género y apuntan que 'los chicos son así', y también que creen que con su amor 'pueden hacerles cambiar, aunque ellos no pidan disculpas por su conducta'.Este informe se ha presentado hoy durante una jornada titulada 'La violencia psicológica en las relaciones de noviazgo entre jóvenes', organizada en Bilbao por el Servicio de Atención a la Mujer del Módulo Psicosocial de Deusto y San Ignacio en colaboración con la BBK, el Gobierno vasco y el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde.
Estos mismos organismos se plantearon hace dos años la realización de dicho estudio, que ha sido llevado a cabo por Itziar Cantera, Norma Vázquez y Ianire Estébanez a partir de la elaboración de una escala de percepción del riesgo de violencia psicológica.
De la investigación se desprende que la mayoría de las chicas no exigen cambios en su pareja cuando son víctimas de malos tratos psicológicos, sino que 'se adaptan' y tienden a 'aislar' estas conductas del resto de la relación, por lo que, según las autoras, resulta difícil detectarlos.
De hecho, según han destacado, las jóvenes víctimas de esta violencia cambian su percepción de la situación que viven cuando comparten sus experiencias con grupos de iguales y, principalmente, con otras jóvenes que tienen más interiorizados sus derechos como integrantes de una pareja.
También han apuntado como 'preocupante' que las chicas justifiquen los celos como 'parte del amor' y que no consideren el acoso y la manipulación emocional como 'conductas dañinas'.
Tras esta investigación, sus promotores han elaborado una guía titulada 'Desconecta del maltrato' dirigida a este sector de la población y que intenta enseñar a conjugar 'amor y buen trato', a la vez que demanda y anima a las amistades de las víctimas a que dejen de ser 'testigos mudos y que pidan ayuda a un adulto'.
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