19 de enero de 2009

Un maltratador reincidente de sólo 16 años va a juicio por vejar a una niña durante meses

La víctima soportó un «trato degradante» a lo largo de un año

La Fiscalía pide que el menor no se pueda acercar a su ex novia durante dos años

El maltrato machista no tiene edad. Se da en la vejez y también en la más temprana adolescencia. Desde hace tiempo, los expertos vienen advirtiendo de que las víctimas son cada vez más jóvenes. Parece que es un fenómeno emergente. Esa alarma nacía de sondeos y estimaciones. Pero ya empiezan a llegar a los juzgados los expedientes con nombres y apellidos. Y la realidad es tan cruda como la pintaban los estudiosos de esta epidemia social. O más. Hay chavales, casi niños, que pegan a su parejas cotidianamente.

En Granada, ya ha habido tres menores condenados por delitos de violencia física contra la mujer. Por fortuna, son muy pocos. Tres sobre un total de 1.700 muchachos infractores no es un porcentaje que deba asustar. Por ahora. Porque el goteo continúa.

Libertad vigilada
Hay casos que sorprenden por su dureza. La Fiscalía de Menores acaba de acusar a un adolescente de la provincia de someter a un «trato degradante» a la niña de quince años con la que mantenía una relación sentimental. Las vejaciones se prolongaron durante unos diez meses. He aquí el primer detalle que añade una especial gravedad a esta historia.

Según los expertos en reforma de delincuentes infantiles consultados por este periódico, no es normal que los casos de violencia de género entre menores lleguen a juicio. La razón: antes de que los problemas crezcan, se produce la ruptura. No existen las ataduras que tienen las parejas adultas y es más fácil dar el portazo.
Por eso, llama la atención que una chiquilla de quince años aguante al lado de un maltratador durante diez meses.
Pero hay otro dato que, si cabe, genera más desasosiego todavía. El acusado, que tenía sólo 16 años cuando ocurrieron los hechos, era reincidente: ya había maltratado a una mujer con anterioridad.

La Fiscalía de Menores pide ahora para él penas que suman dos años y medio de libertad vigilada, un tiempo durante el que deberá someterse a un severo proceso de reeducación y a tratamiento para modificar sus impulsos violentos.
Los cargos que pesan sobre el procesado son los siguientes: un delito de malos tratos, otro de violencia física contra la mujer y una falta de injurias.

Los hechos
El Ministerio Público considera probado que el joven sometió a la víctima a «un trato degradante» durante casi un año, lo que supuso un menoscabo para la integridad física y psíquica de la menor.
Durante el tiempo que duró la relación, el acusado -siempre según la investigación desarrollada por la Fiscalía de Menores- agredió en varias ocasiones a la chica.

El último encontronazo tuvo lugar en el colegio en el que estudiaba la niña. El joven se llegó hasta el centro educativo y, tras proferir una serie de insultos, golpeó a la adolescente con una zapatilla. El incidente no fue a más porque los profesores se percataron de lo que estaba ocurriendo e intervinieron. El sospechoso se dio inmediatamente a la fuga.

Además de la pena de libertad vigilada, la Fiscalía exige que la sentencia que se dicte en su día impida que el encausado se acerque a menos de 200 metros de la víctima, una prohibición que se prolongaría durante dos años.

Según un estudio de la Universidad de Sevilla, el 6% de las mujeres sufre maltrato ya en la adolescencia. El problema se da más frecuentemente entre los 14 y los 16 años, y la mayoría de las chicas -el 70%- mantiene su amistad con el maltratador.

C. MORÁN
www.ideal.es

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