El Gobierno admite que reeducar a este tipo de presos es 'complicado'
Asociaciones de mujeres aseguran que estos programas 'no sirven para nada'
Sólo un 4% de los maltratadores presos sigue un tratamiento voluntario de rehabilitación. En las cárceles españolas hay más de 7.000 hombres condenados por delitos relacionados con la violencia doméstica y sólo 300 de estos presos se han apuntado a estos cursos, según datos facilitados por Instituciones Penitenciarias.
Estos programas empezaron a impartirse en el año 2005 y en la actualidad son 56 los centros penitenciarios que imparten estos cursos, por los que ya han pasado 1.200 reclusos. Los hombres que han participado en este tipo de programas, pero en régimen abierto, son más de 11.000.
El delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, reconoció que "reeducar a este tipo de presos es difícil, porque hay que actuar cuanto antes. Hacerlo cuando ya están en la cárcel es tarde".
"Hay que diferenciar los cursos de reeducación que se hacen en centros penitenciarios de los que se hacen en régimen abierto a los condenados por primera vez a penas de menos de dos años. Son agresores en fase precoz de la violencia y eso significa que son más abordables desde el punto de vista de la recuperación", señaló Lorente.
Precisó que además los hombres que están en la cárcel por maltratar a las mujeres constituyen "un grupo muy heterogéneo", y agregó que "el hecho de estar en prisión suele producir en muchos de ellos una agresividad añadida. Son agresores que no reconocen su culpabilidad, suelen decir que atacaron a la mujer porque ella les provocó. Todas estas circunstancias hacen que sean difíciles de abordar".
Además, según Lorente, la violencia doméstica no sugiere rechazo en los ambientes carcelarios. "Son reclusos que se integran en la estructura carcelaria sin problemas, pero sí que podrían ser cuestionados si se apuntan a los cursos de reeducación", manifestó.
Asimismo, destacó que un aspecto muy positivo de estos programas de reeducación es el seguimiento profesional del agresor. "Mientras el maltratador realiza el curso, está controlado. El programa permite una valoración del riesgo de una manera profesional, directa y controlada", explicó. "Son periodos largos de tiempo en los que el profesional sabe perfectamente cómo está el agresor. Está controlado y ves cómo se va adaptando a su nueva situación carcelaria".
Al agresor hay que cambiarle su percepción del mundo
Las asociaciones de mujeres aseguran que este tipo de programas no sirven para nada. Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Mujeres Violadas y Maltratadas, que lleva más de 20 años trabajando con mujeres víctimas de la violencia machista, aseguró que "los resultados de los planes de reinserción de maltratadores son muy bajos para el esfuerzo que se hace. Hay que trabajar mucho la perspectiva de género, al agresor hay que cambiarle su percepción del mundo y eso es muy complicado".
"La mayoría de los presos que se apuntan a estos programas de rehabilitación no lo hacen porque quieren rehabilitarse, sino para conseguir beneficios penitenciarios, no porque estén realmente arrepentidos. Son muy pocos quienes hacen el tratamiento realmente convencidos", añadió Alarcón.
Otras asociaciones de mujeres consultadas cuestionan la preparación de los psicólogos que dan los cursos de reeducación a los maltratadores encarcelados. "La formación académica que se imparte en las facultades de Psicología no procura los conocimientos que son necesarios para intervenir adecuadamente en una materia tan complicada como la de la violencia de género", sostienen.
La psiquiatra francesa Marie France Hirigoyen, especialista mundial en maltrato psicológico, sostiene en su libro "El acoso moral" que los maltratadores son individuos perversos y que "la perversidad no proviene de un trastorno psiquiátrico, sino de una fría racionalidad que se combina con la incapacidad de considerar a los demás como seres humanos".
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