Llega una mujer a urgencias. Presenta un daño físico objetivable, es decir, que está a la vista. El médico tiene más que sospechas de un delito de malos tratos y da el parte judicial oportuno que se hace llegar al juzgado de guardia. «Lo malo es cuando no hay daño físico a la vista pero se hace evidente el maltrato a través de los signos: ansiedad, conflictos de pareja, depresión... Es el momento para decirle a la mujer: Señora, a usted la están maltratando». Al doctor Alfredo Calcedo, la frase le sale del alma. Está muy acostumbrado.
Él coordina el programa «Atiende» para mujeres víctimas de la violencia de género puesto en marcha por las consejerías de Sanidad y de Empleo y Mujer. Sabe de lo que habla porque él y su equipo han visto mucho dolor, físico y psicológico, en consulta y en las urgencias.
Proteger a los hijos
Los profesionales sanitarios tienen una herramienta muy valiosa para encarar este delito: la Guía de Actuación para abordar la Violencia de Pareja hacia las Mujeres, presentada recientemente por el consejero de Sanidad, Juan José Güemes, y que debe estar llegando a todos los centros hospitalarios, atención Primaria y Especializada.
El objetivo es que las valoraciones e intervenciones profesionales se realicen de forma coordinada. La necesidad de la relación empática con la víctima de malos tratos es el eje principal del documento que además, clarifica los aspectos legales, tanto del hecho mismo de la violencia ejercida sobre la mujer como del papel profesional en la notificación de sospecha o del caso, sin perder de vista la identificación del riesgo, la protección de la mujer y sus hijos, así como las normas de confidencialidad que requieren esos casos.
«Lo que está oculto -asegura el doctor Calcedo- hay que hacerlo visible. En la mayor parte de las muertes, la víctima no había denunciado. Ese aspecto hay que trabajarlo desde el punto de vista médico, como social, psicológico y legal. Con coordinación».
A juicio del doctor Calcedo, «la mujer maltratada tiene una psicología muy especial. Se llega a identificar con el agresor. Incluso tiende a «agradarle» para que no le haga más daño, ni a ella ni a sus hijos si es que los hay. Es un auténtico mecanismo de supervivencia. Pero ante nosotros, que somos los primeros en atender sus lesiones, siempre termina por «dar señales» de que algo pasa».
«En estos momentos -añade- existen muchos recursos de todo tipo para ayudar a las mujeres maltratadas. Pero hay una pega: en estos casos debería de haber mayor rapidez en los tribunales. Desde que se presenta la demanda de divorcio, por ejemplo, hasta que se dictan las medidas provisionales pueden pasar muchos meses, hasta un año. Ahí, en ese periodo, está el peligro, el mayor riesgo, porque víctima y agresor, en muchos casos, viven en la misma casa».
Entiende el doctor Calcedo que los malos tratos no hacen distinción entre ricos, pobres o rentas medias. «Pero sí se sabe que la mayoría de las maltratadas han caído en la exclusión social. Por las causas que sean. Y están sin trabajo. Se juntan el hambre con las ganas de comer. Además, las más vulnerables son aquellas que han visto ese tipo de violencia en su casa, de pequeñas. Ocurre en el 20 por ciento de los casos porque, por desgracia, forma parte de su cultura familiar o de una familia desestructurada».
«De la cárcel se sale»
«Y ojo. La frase más común en el agresor es «de la cárcel se sale; del cementerio, no». Yo la he escuchado muchas veces», lamenta Calcedo.
Cuando la mujer maltratada está ante el médico, la guía establece la obligación de valorar y atender las lesiones físicas. Si la mujer expresa su deseo de presentar denuncia, el hecho se pone inmediatamente en conocimiento del juzgado. Cuando no quiere denunciar, se le ofrece ayuda integral porque, en algún momento, ya fuerte y sintiéndose apoyada, decide dar el paso hacia la demanda.
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