15 de marzo de 2009

Los niños, las otras víctimas de la violencia de género

Miles de menores encuentran su segunda oportunidad en las casas de acogida para maltratadas

Tienen entre tres y diez años, son inseguros, esquivos, presentan problemas para relacionarse con los demás y comparten una misma visión del papel del hombre y la mujer en el mundo: agresor y víctima. Es la radiografía de los menores que viven con sus madres en centros para mujeres maltratadas. Son niños y niñas, las otras víctimas de la violencia machista. "Mi hija mayor, de 10 años, me confesó que había mentido a su padre sobre la nota de un examen; sabía que si decía que había suspendido, él me pegaría", cuenta Ana Bella, una mujer maltratada durante más de una década por su entonces marido.

La confesión se produjo la noche de la huida. La niña explotó. "Mis cuatro hijos cogieron sus cosas más queridas y nos fuimos los cinco en el coche, puse música y empezamos a cantar, aunque me temblaba todo el cuerpo", añade.

Ana, entonces con 29 años ahora tiene 36 pisó el acelerador y logró que la violencia se fuera desdibujando a través del retrovisor. Y con el maletero lleno de sueños, ella y sus cuatro niños, el menor con nueve meses, aparcaron, por fin, en el centro de emergencia. Comenzaba para todos su segunda oportunidad.
Según el informe de evaluación de la Ley Contra la Violencia de Género, presentado el pasado año, unos 7.000 niños vivían con sus madres en centros y pisos tutelados.

Faltan datos
La cifra, no obstante, se queda corta, ya que algunas comunidades autónomas no aportaron sus datos. Sólo Andalucía acogió en 2008 a 1.278 menores, un 56% más que el año anterior, según la directora general de Violencia de Género de la Consejería andaluza de Igualdad, Soledad Ruiz.
"La ley integral contra la violencia de género ha conseguido, entre otras cosas, que las mujeres denuncien mucho más ahora", explica Ruiz.

En este momento, la comunidad atiende a 234 personas en tres niveles: centros de emergencia, casas de acogida y pisos tutelados. De todas ellas, más de la mitad (123) son menores. La media de edad varía según el grado de atención. En los centros de emergencia, los niños tienen en torno a los 3 años. La edad sube a los 6 en las casas de acogida y a 10 en los pisos tutelados.
"En un día a día normal, los niños van al colegio, luego hacen los deberes, salen a dar una vuelta, en el patio juegan con otros niños... y, además, hay reuniones entre todos; allí podíamos desahogarnos", cuenta Ana Bella, que ahora preside una fundación de ayuda a maltratadas (www.fundacionanabella.es).

Además de las terapias grupales con las madres, la Junta aplica a cada menor un plan individualizado psicológico, jurídico y social. "Había niños un poco nerviosos, pero se hacían muchos juegos para ellos, había una zona común para ver películas, se celebraban los cumpleaños y en verano íbamos a la playa. Están muy protegidos y es el primer paso para empezar una vida positiva lejos del agresor", añade.

Problemas psicopatológicos
El principal objetivo es detectar los problemas psicopatológicos relacionados con la situación de violencia padecida por la madre. "Son niños que han vivido situaciones vitales muy duras, con falta de seguridad, con pesadillas, con trastornos, sin relación con el mundo exterior; niños que han vivido encerrados como sus madres y que ahora el cambio de ambiente les impacta", añade la directora de Violencia de Género.

La tarea es ardua: hay que deconstruir lo que los padres maltratadores se encargaron de construir, un mundo en el que la violencia refuerza la virilidad del hombre y a la que la mujer tiene que vivir sometida. "La madre que aguanta los malos tratos le está diciendo a esos niños que merece la pena humillarse y eso no puede ser", insiste Ana, que cree que el problema viene después: "Faltan viviendas asequibles para cuando salimos de las casas de acogida y tenemos que comenzar una vida desde cero, sin trabajo y sin dinero", explica.

Aun así, esta mujer luchó para que sus hijos dejaran de ser víctimas. Ahora, la niña mayor está a punto de entrar en la universidad y quiere estudiar Bellas Artes. El sueño del segundo, en 4º de ESO, es ser banquero. A la tercera, tres cursos más abajo, le gustaría ser veterinaria. Y el pequeño, en segundo de Primaria, quiere ser millonario.

OLIVIA CARBALLAR
www.publico.es

Contra la violencia

Por lo general, las cifras tienden a ser frías, pero en algunos casos, como en el de la violencia contra las mujeres, hielan la sangre: una de cada cinco será violada a lo largo de su vida y la mitad de víctimas de homicidios son asesinadas por sus esposos, sus compañeros o por quienes lo fueron.

Ésas son algunas cifras que ofrece la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con motivo del Día Internacional de la Mujer, que se celebró el pasado 8 de marzo con la intención de erradicar la violencia de género y conseguir la igualdad de derechos.
En algunos países, una de cada tres mujeres son apaleadas, forzadas sexualmente o maltratadas de otras formas a lo largo de su vida.

La ONU celebró con un llamado a combatir la abominación que supone la violencia de género, además de combatir la discriminación. "Unidos para poner fin a la violencia contra las mujeres" es el lema de esta iniciativa, la cual está encaminada a prevenir una lacra que, según la ONU, "no sólo es una grave infracción a los derechos humanos, sino que además impone enormes costos sociales y económicos y menoscaba la contribución de las mujeres al desarrollo, la paz y la seguridad.

Plantea una grave amenaza al logro de los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, entre ellos los Objetivos de Desarrollo del Milenio".
"La violencia de género es un ataque contra todos nosotros, contra los cimientos de nuestra civilización", afirmó el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un discurso con motivo del Día Internacional de la Mujer. Ban resaltó que las mujeres son "las que dan a luz y cuidan de nuestros hijos y, en muchos lugares del mundo, son las que siembran los cultivos que nos alimentan".

http://www.impre.com/elmensajero/vida-estilo/2009/3/15/contra-la-violencia-de-genero-114154-1.html

Desnudez y muerte en una foto de riesgo

La imagen de una mujer desnuda que ha sido violada y asesinada en Ciudad Juárez plantea un debate sobre los límites del periodismo a la hora de mostrar la realidad de una sociedad violenta

En la escena aparece el cuerpo desnudo de una mujer joven. Está tendida sobre una mesa camilla, de lado. Un hombre uniformado observa algo que parece haber en su espalda mientras, en primer plano, otro hombre ajusta sus guantes de látex preparándose para intervenir. Un foco de quirófano sitúa el cuerpo desnudo en el centro de la escena. El pie de foto aclara: "Cadáver de una mujer violada y asesinada, en una sala de autopsias de Ciudad Juárez". La fotografía, obra de Shaul Schwarz, aparece en la portada de El País Semanal del 1 de marzo e ilustra un reportaje sobre la violencia en esa ciudad de México. La imagen no ha dejado indiferentes a los lectores. Varios han expresado sus quejas, algunos de ellos con contundencia, como Antonio López Peña, quien ha querido dejar patente su "indignación, repulsa y vergüenza ajena" y exige "disculpas públicas" al diario. Considera que "la mujer cuyo cadáver aparece en la foto ha sido así violada de nuevo, esta vez por un medio de comunicación: violada en su intimidad de mujer asesinada".

José Manuel de Cózar cree que "no está justificado rebasar ciertos límites escudándose en las supuestas buenas intenciones de denuncia de una situación ciertamente grave (...). Creo que portadas como éstas pueden gratificar el morbo de ciertos lectores y hacen un flaco servicio a la imagen que un periódico de su seriedad debe ofrecer", argumento en el que coinciden otros lectores. María Rosa Camps añade que si la imagen "es fuerte para los adultos, no digamos para los niños" mientras que Eduardo Cierco simplemente pregunta: "¿Es demasiado la portada del EPS del domingo 1?".

El Libro de estilo únicamente estipula al respecto que "las fotografías con imágenes desagradables sólo se publicarán cuando añadan información". Ningún lector ha calificado de desagradable la foto, aunque algunos sí consideran que puede suscitar morbo. A la hora de decidir, los responsables del semanal eran conscientes de la dureza de la imagen, pero consideraron que estaba justificada. Goyo Rodríguez, subdirector, responsable de El País Semanal, argumenta: "En Ciudad Juárez mueren cinco personas cada día en actos violentos. Mujeres violadas, desaparecidas o asesinadas forman parte, lamentablemente, del paisaje cotidiano. Y hombres. La imagen no es una terrible anécdota: se repite prácticamente a diario".

"La dureza de una imagen", prosigue, "es un criterio importante a la hora de valorar su publicación, pero no debe ser el único. Si fuera así, nunca habríamos visto fotografías que forman parte de la conciencia de la humanidad, como la del miliciano republicano retratado por Robert Capa en Cerro Muriano en el momento de ser abatido en 1936; la de la niña vietnamita de nueve años que, desnuda y desesperada, huye deshecha en llanto para evitar el efecto devastador del napalm en Vietnam en 1972; o la de la niña sudanesa famélica, en cuclillas sobre un pedregal, mientras un buitre espera para darle el zarpazo final, que fue portada de The New York Times y premio Pulitzer en 1994. La vida en Ciudad Juárez es así de cruel. Esa fotografía de la mujer en el depósito de cadáveres da fe de la sinrazón de la violencia. A la hora de publicarla en portada tomamos dos precauciones: el cadáver estaba en un plano lejano y desenfocamos su cara. No fue una decisión fácil ni gratuita. Fue fruto de una profunda reflexión. Éramos conscientes de que generaría un gran debate. Creemos que el debate es saludable y enriquecedor cuando se aborda un tema de tanta gravedad".

El propósito está claro y muchos lectores pueden compartirlo. Pero, ¿por qué seguimos sintiendo incomodidad después de aceptar estos argumentos? Porque esta fotografía presenta notables diferencias con las citadas más arriba. Profundizar en ellas quizá nos ayude a establecer criterios.

El morbo, ciertamente, está en la mirada del observador, pero el problema radica en si el lector puede tener legítimamente la sospecha de que en la decisión habría podido predominar el deseo de impactar por encima del de informar. La tendencia a la espectacularidad presiona sobre todos los medios de comunicación y sería imprudente pensar que somos inmunes a ella.

¿Es la desnudez el problema? En principio, no tiene por qué. No lo es la desnudez de una niña quemada que huye. La desnudez del cadáver de una mujer violada puede serlo, en cambio, si resulta que es eso lo que confiere a la imagen su alta capacidad de impacto y no aporta algo sustancial a la información. Qué es o no sustancial es opinable, pero en este caso vale la pena hacer un pequeño ejercicio. La imagen de la portada es, de hecho, la mitad de una fotografía que aparece completa en el interior a doble página. Podría haberse optado por la otra mitad, en la que aparecen los cadáveres de dos hombres en sendas bolsas mortuorias. Si de lo que se trata es de mostrar la violencia de Ciudad Juárez, ¿qué aporta la parte en la que aparece la mujer? La desnudez y una cierta estética. Nada más.

¿Era esta imagen necesaria para la realidad que se quería mostrar, o había alternativas menos lesivas? Goyo Rodríguez no elude la cuestión: "Publicar cualquier otra imagen del reportaje sobre Ciudad Juárez en la portada de El País Semanal no habría sido mejor, ni más respetuoso, ni más digno; habría sido más cómodo. Pero, ¿la comodidad ayuda a cambiar una realidad tan terrible?", pregunta.

Si la desnudez resulta en este caso problemática es porque afecta al derecho que tiene cualquier persona a la dignidad más allá de la vida, a la dignidad en la muerte. Éste es un criterio que este diario aplica. Por eso no publica imágenes en primer plano de las mujeres que han sido víctimas de la violencia de género. De hecho, si la fotografía en cuestión correspondiera a una mujer española, no se habría publicado. Tampoco damos las imágenes de los muertos en accidentes de tráfico, ni de las víctimas de atentados. La dignidad en la muerte exige no mostrarla gratuitamente.

¿Significa eso que no podemos dar nunca imágenes de cadáveres? No. De hecho, en la página 13 de la misma revista aparece la imagen terrible de una niña palestina masacrada en un bombardeo. Cubierta de polvo, con la cara destrozada, es la fotografía que esa semana comenta Juan José Millás con el título Demagogia. En este caso, aparte del embajador de Israel, Raphael Shulz, nadie más se ha dirigido a esta Defensora para protestar por la fotografía.

La gran diferencia entre la foto de portada y la foto de la niña palestina es que ésta es necesaria para explicar la realidad y ha sido captada espontáneamente. La de portada, en cambio, proporcionada por una agencia y realizada al margen del reportaje escrito, es una foto buscada. Para poder realizarla, alguien ha tenido que abrir la puerta de la morgue a un fotógrafo, violar el derecho a la dignidad de esa mujer, abrir la bolsa en la que seguramente estaba y exponerlo a la visión pública. El resultado es una composición cruda y edulcorada a la vez, casi cinematográfica, el fruto de una elección. Se podría haber tomado la misma foto con el cadáver parcialmente cubierto, y sería completamente diferente.

Tenemos el deber de tratar con pudor la muerte y no basta con que exista una causa que justifique mostrarla. La imagen ha de ser necesaria para ese propósito. No es lo mismo una imagen, por dura que sea, espontánea, que una imagen buscada. Cuando hay elección, hay también mayor responsabilidad. Una foto denuncia puede ser justificable. Una foto reclamo, no.

MILAGROS PÉREZ OLIVA
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Desnudez/muerte/foto/riesgo/elpepuopi/20090315elpepiopi_5/Tes

Medio millar de prostitutas piden ayuda en 11 años al Ayuntamiento

Unas 400.000 mujeres ejercen, actualmente, la prostitución en España. Mueven una gran cantidad de dinero y produce beneficios de 40 millones de euros, según los expertos. Son algunos de los datos que ayer se manejaban en el IV Forum Mujer y Sociedad, organizado por el Instituto Bernabéu.

Unas jornadas en las que participaron la concejala de Acción Social del Ayuntamiento, Asunción Sánchez Zaplana y la presidenta de la Asociación Mujeres de la Noche buscando el Día (Amunod), teresa López, entre otros.Sánchez Zaplana, que ofreció una charla titulada Las prostitución en Alicante, explicaba que el colectivo tiene en común el provenir de familias desestructuradas, la violencia de género, el bajo nivel de estudios y las carencias afectivas y sociales".

Los estudios marcan un perfil de mujeres de 22 a 45 años". Los datos expuestos por la responsable de Acción Social muestran que en España hay unas 400.000 mujeres ejerciendo la prostitución y que ésta ocupa el 60% de los anuncios clasificados de la prensa nacional, lo que supone un beneficio de 40 millones de euros.
"Se calcula -señaló- que los hombres que hacen uso de prostitutas invierten aproximadamente 100 euros al mes".

El Ayuntamiento de Alicante trabaja desde hace 11 años junto a Amunod para ayudar a las mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución en la ciudad. Los programas que realizan conjuntamente concejalía y asociación buscan la reinserción sociolaboral de este colectivo y proporcionarles habilidades interpersonales. Un equipo de psicólogos, trabajadores sociales y juristas atienden las demandas en materia de ayuda psicológica, asesoramiento y orientación. En once años se han tratado a más de 500 mujeres. Las principales peticiones tienen como objetivo la obtención de empleo, la prestación económica y la psicológica. "Estas mujeres tienen muy poca autoestima y se encuentran excluidas socialmente, nosotros procuramos dotarlas de las habilidades personales y la autoestima necesaria para salir a delante", explicó Sánchez Zaplana.

http://www.lasprovincias.es/valencia/20090315/alicante/medio-millar-prostitutas-piden-20090315.html