9 de febrero de 2010

Rosa Amelia Pérez Hopkins, activista social frente a la violencia contra la mujer en Venezuela

Rosa Amelia Pérez Hopkins, es artista, ceramista y traductora. Ella es limeña y ha vivido casi toda su vida en el distrito de Surco. Hoy es una defensora de los derechos de la mujer en Venezuela.

Puede escuchar el audio de su entrevista en nuestra sección audios

Por Rosa Amelia

” Mi familia también vive allí. Allí nacieron mis hijos y mis nietas. Vengo de una familia muy unida y alegre. Mi padre es un amante de la música, toca piano y guitarra, mi madre canta muy bonito, creo que eso modeló en mí el amor por el arte y las letras.

Estudié en el colegio Inmaculada Concepción en Surco y alternaba las actuaciones con los estudios, felizmente en ambos me fue bien. Gané un concurso literario y siempre tocaba guitarra en las misas y fiestas del colegio. Luego ingresé a la UNIFE en el año 1971 y me encaminé por la sociología que era una carrera nueva en ese tiempo, era la época del General Alvarado.

La universidad era de mujeres únicamente y decidí que no cubría todas las expectativas que yo tenía de la vida y me cambié a la Universidad Garcilaso de la Vega en 1973. Mis padres estuvieron totalmente de acuerdo porque la UNIFE, en esa época, era una de las más caras del país.

En la Universidad Garcilaso mi vida dio un giro completamente diferente, la generación que estudió conmigo estaba totalmente comprometida con los problemas, no sólo de resolución académica, sino con los del país. Esa beligerancia y convicción en lo justo, me abrieron los ojos y el alma hacia una forma de colocarme ante las cosas que me rodeaban y que de allí en adelante sería una forma de ser y de vivir.

Siempre viví en Lima, mi esposo trabajaba para Petromar, la ex Belco en ese tiempo. Años después cuando se cambio de trabajo, y lo contrataron en Venezuela, nos trasladamos a vivir allá. El se fue primero y yo 10 meses después.

Llegué a Venezuela en abril de 1997.

Fuimos a vivir a la ciudad del Tigre en el estado de Anzoátegui por su contrato de trabajo para la operadora petrolera argentina PEREZCOMPAC.
Viví en el Tigre un año y empecé a colaborar con la biblioteca que un grupo de damas formó para la comunidad del Tigre. Era un proyecto pequeño, una biblioteca escolar pero se necesitaba en ese momento, hoy el Tigre creció mucho.

Me pareció una buena oportunidad para dejar un rastro sobre la cultura peruana, entonces doné el libro de María Rostworoski Historia del Tahuantinsuyo y otro, de la Universidad Católica, sobre la Iconografía Mochica.

Cuando nos trasladaron a Caracas, mis actividades cambiaron, no podía ejercer la carrera de sociología, pero sí el arte.
Yo soy ceramista y hago escultura en cerámica. En el Perú hice diferentes cursos en los Institutos que ofrece el país, Estudié en el Centro Ocupacional Piloto de Miraflores y luego seguí asistiendo a los cursos de Actualización en Magdalena.

Estudié Cerámica de Alta Temperatura en la Fundación Mokichi Okada del Perú, pero como yo quería abarcar todo el espectro del oficio del ceramista, desde hacer la propia mezcla de arcilla, hasta el manejo del horno, hice cursos de moldes de yeso en el instituto de la Candelaria que funcionaba en Miraflores.

Sin embargo, siempre me apasionaron los estudios sociales y las letras, así poco a poco de la cerámica fui derivando exclusivamente a una actividad: la escultura en cerámica. Un instrumento que me sirviera de expresión para los sentimientos de congoja que me producía los conflictos que se vivía en el Perú.

Hice cursos de tecnología Alfarera, Tradicional y Actual en el Museo Nacional de Arqueología y Antropología.

Fue apasionante, descubrí a mi país a través de su cerámica y también descubrí una historia de incapacidad económica para la conservación de sus piezas arqueológicas, una administración incapaz de conseguir fondos para la restauración de sus hallazgos e incorporarlos a la educación de las nuevas generaciones.

Eran los años 1992, 1993. Las cajas de cartón con restos cerámicos se amontonaban sin remedio; había cosas de muchos años en espera casi permanente para su restauración. Entonces hice un curso de Conservación y restauración de Cerámica Pre-hispánica, que consiguió unir mi vínculo entre la sociología y el arte.

En el museo de Bellas Artes estudié cerámica con un profesor egresado de bellas Artes y eso definitivamente cerró el círculo hacia donde volcar mis energías y cultivar el arte.

Participé en la exposición del Salón Anual del Museo de Arte de Lima. En la exposición de la Asociación Peruano Japonesa (Colaboración del MOA en el aniversario de la Colonia Peruano Japonesa). Y en una exposición en la

Alianza Francesa del “Taller de Carmen Ruidou”.
Cuando estuve instalada en Caracas, asistí al Museo de Arte Contemporáneo a los cursos de pintura.

Los cursos de cerámica eran muy elementales, el Perú tiene más desarrollada la actividad del hacer y enseñar en ese campo. Mi interés por la pintura al óleo recién apareció y continué otras técnicas con una amiga muy querida la pintora peruana, fallecida hace menos de dos años, Gertie Pate.

Con su impulso y enseñanza no solamente en pintura, si no en el amor a la naturaleza y a sus semejantes, porque Gertie fue una impulsora fabulosa de actividades a favor de la niñez huérfana y el cuidado de las playas de Venezuela, mi inquietud por trabajar para la comunidad creció.

Mi raíz en la sociología me volcó al proyecto de usar mis conocimientos a favor de las mujeres víctimas de malos tratos. Entré en contacto con el trabajo que hacía la periodista española Montserrat Boix en la web de Mujeres en Red. Llegué a la conclusión que era muy importante la comunicación en la red para que las mujeres se integraran al conocimiento de las nuevas tecnologías y que debía romperse la hegemonía de la perspectiva masculina de la sociedad.

Sin embargo, el trabajo de mi esposo, no me permitía pensar que me iba a quedar permanentemente en Venezuela, incluso en una ciudad mucho tiempo, por eso cuando un grupo de usuarias formó la web HUELLAS, ( www. huellas-foros.es ) ya dirigida completamente a realizar un trabajo de contención a las mujeres que entraban en busca de ayuda, me volqué completamente a ello y vengo prestando colaboración desde hace ya unos años.

HUELLAS es un proyecto basado en internet y me pareció la mejor alternativa. Revisé el importante trabajo que hacen otras web de Latinoamérica como CIMAC y RIMA, pero HUELLAS tiene un giro de atención On Line que la hace diferente.

Actualmente HUELLAS tiene una sección para Latioamérica, que se abrió inicialmente con la conmemoración del DIA DE LA NO VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, el 25 de Noviembre. De esto hace un par de años y luego ese espacio quedó permanente y sigue en construcción. A HUELLAS acceden las mujeres españolas, pero también las mujeres inmigrantes en España de nacionalidades hispanohablantes, a ellas se les proporciona noticias de sus países y noticias sobre los derechos de la mujer.

Una biblioteca con temas específicos sobre que es la violencia contra la mujer, cómo crece la espiral de la violencia doméstica y cómo puede encontrarse la víctima atrapada en una codependencia emocional. Pero sobre todo, se le hace hincapié de que la terapia sicológica es indispensable para curar las huellas de los malos tratos.

El interés de la Administración de HUELLAS y el mío es que esta web se difunda en el Perú y el resto de Latinoamérica. Que a ella puedan acceder mujeres de todas las condiciones sociales, porque la violencia doméstica atraviesa transversalmente la sociedad y no respeta edad, condición social, ni educación.

Una mujer bien preparada para el campo laboral puede ser víctima de un agresor y caer en la dependencia emocional y no poder salir de ese círculo violento hasta que no sienta que su vida corre peligro.
El problema de la violencia contra la mujer no solamente es un problema de autoestima, es un problema que engloba a toda la sociedad, donde la cultura vista desde una perspectiva masculina es permisible a actitudes machistas dentro de la población y desvalorizan y en algunos casos agreden verbal y físicamente a una mujer.

En Latinoamérica, las nuevas generaciones se incorporan rápidamente a las nuevas tecnologías de la comunicación.

Eso nos permite pensar que tendremos acogida y con un esfuerzo sostenido llegaremos a un grupo de mujeres, seguramente jóvenes y de mediana edad que puedan, anónimamente, recibir un primer esfuerzo de contención en medio de una crisis, para luego invitarlas a una terapia sicológica, la cual sabemos es indispensable para curar las huellas de los malos tratos. Allí se les orienta con direcciones y teléfonos hacia las autoridades y casa de acogida a donde recurrir en medio, quizás, de una noche de dolor y abuso.

El apoyo legal para Latinoamérica está dando recién sus primeros pasos.
La óptica de la Administración de HUELLAS que considera indispensable que el arte y las expresiones de creatividad, cualquiera que sea, tanto la música, las creaciones de Photoshop, poesías, fotografía, pintura, se difundan como parte de la recomposición emocional de las mujeres que son usuarias de la web.

A mí me pareció un reto que por internet alguien con tantos problemas se involucre en el arte y pueda crear un nexo. No se trata de personas que asisten a un taller, es todo a través de un monitor requiere de mucha inventiva y de escoger muy bien los temas que puedan ser atractivos. Procuro que mi producción llegue a esa mujer detrás del monitor, no con un fin de recreación intelectual erudito sino con el fin de que desarrolle un lazo con el exterior, con la pieza que ve y tenga fe en su propia capacidad de repetirlo en sus habilidades. Es una forma de regenerar la sensibilidad y el deseo de vivir cosas hermosas.

Actualmente, me dedico a buscar hospedaje para HUELLAS en webs que pertenezcan a grupos que vean la problemática de la mujer en Perú, Argentina, México, Chile, Bolivia y otros países de Latinoamérica.
También estudié un curso de traducción como parte de mi pasión por las letras. Es una forma de trabajar comercialmente sin depender de un horario de oficina o de vivir en un lugar geográfico determinado, todo es por internet.


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