5 de diciembre de 2008

El agresor machista envejece

-El maltratador tipo ronda los 40 años
-Se muestra violento ya en el noviazgo o tras la boda
- Víctimas y verdugos pertenecen a cualquier clase social

Hay mujeres víctimas de malos tratos que cuando llegan al centro de recuperación integral que dirige en Madrid Lola Aguilar no levantan la cara para hablar y su hilo de voz apenas se oye. Ahí comienza un programa psicológico, personalizado, para sacar a cada una del laberinto y devolverles una vida independiente. Suelen emplear en ello entre 14 y 24 meses, y el 72% recupera su autonomía y autoestima. Teniendo en cuenta que el promedio de años bajo los malos tratos es de un lustro, casi parece un milagro.

El centro de Madrid fue pionero en España, se fundó en 1991 y partía del trabajo de mujeres, capitaneadas por Ana María Pérez del Campo, desarrollado desde 1974. En los 15 años en que ella lo dirigió (1991-2006), las mujeres atendidas fueron 350. También hubo 484 niños, sus hijos. Durante los primeros años, la edad del maltratador que se registraba en el historial de las mujeres residentes era de 34 años, pero a partir de 2000 es de 41, lo que permite alumbrar la esperanza de que el maltrato remite entre los más jóvenes.

Ellas suelen ser más jóvenes, una media de 34 años, y empezaron su fatal relación cuando rondaban la veintena. Enamoradas, embarazadas, o las dos cosas, iniciaron la convivencia con un maltratador que dio sus primeras señales de serlo apenas casarse (66%) o ya en el noviazgo (25%).

"No hay un perfil de la mujer maltratada, cualquiera puede serlo, sólo hay que dar con un maltratador, da igual la mujer que seas, ellos son seductores natos", afirma Pérez del Campo.
Desechar la idea de un perfil para la mujer maltratada es romper los mitos, uno de los objetivos de este trabajo. Hay en él mujeres con estudios, un 57% de segundo grado y un 15%, universitarias; españolas y extranjeras; empleadas y en paro. Una radiografía tan variada como la que muestran los agresores. El porcentaje más alto entre los registrados en este centro eran albañiles, seguidos de profesiones de seguridad -policías, guardias civiles, militares-.

Después hay un surtido, desde encofradores a un vicecónsul y un consejero de una autonomía. Mecánicos y médicos, concejales y guitarristas, cantantes y directores de cine. De todo.

En un 77% de los casos, las mujeres que han pasado por este centro los denunciaron, y casi en la misma proporción se encontraron con padres que no abonaron la pensión alimenticia que se les impuso. Un 42% inició allí la separación, aunque un 85% de las mujeres siguió sufriendo malos tratos después de separarse, porque muchas de ellas, por varias razones, no perdieron el contacto con sus agresores. Los problemas jurídicos son uno de esos obstáculos. "Es imprescindible", dijo ayer Pérez del Campo, "que se resuelvan cuanto antes las historias judiciales de los delitos, porque si no, no hay manera de recuperar a las mujeres".

Tampoco para los niños es saludable reencontrarse con el maltratador, coincidieron ayer las expertas ante el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente. El 100% de los chicos que ingresaron con sus madres "tenía secuelas psíquicas, pero también físicas", aseguró ayer la directora, Lola Aguilar, que es pediatra. Entre las físicas destacó el crecimiento retardado, la falta de control de los esfínteres y una serie de dermatitis y dolores recurrentes asociados al estrés. Lorente dijo que el Gobierno planea una serie de medidas para combatir esta violencia de género entre los menores. El 46% de los actuales maltratadores lo fue de niño, un dato que le lleva a asegurar a Pérez del Campo que hay que romper esa cadena generacional evitándoles la convivencia con el padre agresor.

Afirmaciones como ésa han convertido al centro y a la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas en diana de todo tipo de insultos por teléfono, por correo electrónico, en páginas web y, por último, en cartas anónimas. Ayer mostraron una de ellas. Las lindezas son casi impublicables, pero se insta con toda suerte de violencias a asesinar a más mujeres de las que pierden la vida cada año. "Habría que mataros a palos a todas, o a cuchilladas", "El día más feliz de mi vida fue el 26 de febrero, cuando en un solo día fueron eliminadas cuatro putas, ¡genial!, ¡grandioso!", dicen en mayúsculas; y en todo momento tratan a las mujeres de parásitas y piden el cese de la "violencia feminista". "Mujeres a fregar", llaman.

Por predicar con el ejemplo, Pérez del Campo denunciará a la policía esta situación y pedirá, por primera vez en 17 años, protección para el centro y la federación. Afirma con rotundidad que hay un contramovimiento organizado para impedir que la sociedad se identifique con las víctimas.

Además, Pérez del Campo pidió la colaboración de los hombres contra el "terrorismo de género", como lo llama: "En esta violencia no cabe la neutralidad, hay que estar al lado de las víctimas sin condiciones. Apelo a los hombres y a su militancia activa".

CARMEN MORÁN
www.elpais.com

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