17 de mayo de 2009

Mujeres víctimas de violencia se gradúan en defensa personal

Treinta mujeres, que fueron víctimas de agresiones intrafamiliares, sobre todo de sus esposos o compañeros sentimentales, dijeron ¡ya basta de golpes, amenazas y violaciones físicas y sicológicas! Con cursos gratuitos de defensa personal, impartidos por el instructor de artes marciales David Rosales, las mujeres tienen control de sí mismas y su situación personal.
Las féminas, que acuden al Centro de Desarrollo Integral y Atención a la Violencia Intrafamiliar (Ciavi), dependiente del ayuntamiento de Mérida, se graduaron como la primera generación en recibir esas clases.

Alicia Canto Alcocer, directora del Ciavi, informó que las mujeres de Yucatán ya no son las mismas de hace algunos años, que aceptaban golpes y maltratos de sus esposos, amantes o compañeros ocasionales. “Ahora ya no lloran, han perdido el miedo a sus agresores, se quieren defender, ya no son sumisas”, agregó.

En el Ciavi, explicó, se proporciona a las mujeres ayuda médica, legal, jurídica, sicológica, artes manuales y, desde hace algunos meses, defensa personal para evitar ser agredidas.
Según las estadísticas proporcionadas por Canto Alcocer, en 2008 se recibieron en el Ciavi más de 3 mil 500 denuncias de maltrato contra mujeres, aunque 40 por ciento de estos casos –mil 400 expedientes– fueron por abuso sexual del cónyuge.

Cifras de la procuraduría de Justicia del estado indican que en Yucatán, que en por los menos seis de cada 10 familias, se da la violencia intrafamiliar. En 2008 se recibieron unas 5 mil 300 denuncias por golpes, maltratos y violaciones contra mujeres, de las cuales más de 3 mil fueron de abuso sexual.

Canto Alcocer sostuvo que las cifras de violencia intrafamiliar son más elevadas que las registradas en las denuncias, porque todavía hay mujeres que prefieren omitir sus denuncias.
Cristina Vera es una de las graduadas en defensa personal. Por más de 25 años recibió maltratos, humillaciones y golpes de su marido. La última vez que intentó abusar sexualmente de ella, Cristina le lanzó una patada de karate que le pegó en el estómago y lo dejó sin aire. “Ya no se volvió a meter conmigo”, dijo.

“Ya no más violencia contra las mujeres, también sabemos golpear. Nuestros maridos nos tienen respeto y hasta miedo”, atajó Marián Pat, otra de las mujeres que sabe lo que es sufrir por la sumisión y los golpes.

Luis A. Boffil Gómez
http://www.jornada.unam.mx/2009/05/16/index.php?section=estados&article=028n1est

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