5 de noviembre de 2008

La violencia contra la mujer pervive en los adolescentes en medio de estereotipos machistas en la tele y mensajes de igualdad

El trabajo en las escuelas choca con el papel pasivo que las series televisivas dan a las chicas
Los chicos reproducen patrones machistas y ellas confunden amor con sumisión

El crimen de la adolescente de Ripollet muestra la cara más cruel de una juventud, a la que supuestamente la sociedad prepara con dedicación y esmero. Casos como este, sin embargo, obligan a replantearse los valores que se están transmitiendo a los chavales, sobre todo en el terreno de las relaciones entre sexos, que es lo que parece subyacer en este cruento suceso.

Después de años de cerco a los comportamientos machistas, de intensa lucha en defensa de la igualdad real de mujeres y hombres y de la multiplicidad de mensajes contra todo tipo de violencia, el degollamiento de esta menor de 14 años a manos de un compañero de instituto plantea dudas sobre si el mensaje está calando entre la juventud.

La opinión de los expertos es coincidente: los valores a favor de la igualdad de sexos y contra la violencia chocan con los mensajes transmitidos a través de las películas, series y videojuegos, consumidos por los adolescentes, así como por las experiencias vividas en el entorno familiar. Todos insisten en que los menores actúan por imitación y, en este momento, los estereotipos vehiculados por estos medios audiovisuales pesan mucho entre unos jóvenes a los que, en muchos casos, no se les ha puesto límites en su casa y donde la palabra no apenas ha sido pronunciada por sus progenitores.

Inmaculada Aroca, profesora de Conductas Delictivas de la Universidad de Valencia, señala que "degollar a una persona implica un ataque cuerpo a cuerpo, para lo que se precisa dosis muy altas de violencia". La elección de esta forma de matar, escogida por el adolescente de Ripollet, se explicaría, según Montolí, porque "en la mayoría de las películas consumidas por adolescentes, la gente es asesinada con cortes en el cuello. Hay más sangre y violencia. Por lo tanto, podría tratarse de un acto que imita escenas vistas en la ficción".

Pero ¿cómo se llega a ser tan cruel? Para Aroca, "lo primero es deshumanizarse, perder toda empatía hacia el sufrimiento ajeno. Después hay que estar habituado a la violencia, acostumbrado a ver imágenes crueles. También es necesaria una autoestima extremadamente alta, que no admita la frustración ante un no. Y por último, en casos como el de este crimen, se intuye una falta total de reflexión. Se actúa sin pensar en las consecuencias".

La doctora en Psicología Social Victoria A. Ferrer, de la Universidad de las Islas Baleares, hace también referencia a las películas, videojuegos y series televisivas que consumen los adolescentes para explicar las relaciones con el otro sexo. En su opinión, se está haciendo desde las escuelas un gran trabajo de concienciación de la igualdad de sexos, pero este mensaje debe luchar contra otros llegados desde los medios audiovisuales en los que las chicas siguen manteniendo un papel pasivo, mientras el activo está reservado para el varón.

Además, desde estos productos televisivos y de los videojuegos se insiste en la transmisión de "creencias irracionales", como que el "tener celos es una manifestación de cuánto me quiere este chico o que el hecho de llamar doscientas veces al teléfono para preguntar dónde está la novia se entiende como qué majo, siempre está preocupado por mí", señala Ferrer.

El objetivo en el caso de los chicos es combatir la ideología machista que aún impera en la sociedad, mientras que en la chicas el problema se centra en luchar contra el romanticismo histórico que las lleva a confundir estar con alguien con ser sumisa.

Para Genoveva Sastre, profesora de la facultad de Psicología de la Universitat de Barcelona, "actualmente, aunque de formas diferentes de las de antaño, las chicas continúan pensando más en lo que quieren y necesitan sus parejas que en sus propias necesidades, intereses y deseos.

Esta actitud es el reflejo de una educación, formal e informal, en la que los ideales de igualdad coexisten y se entremezclan con los ideales del patriarcado. Si queremos prevenir la violencia contra las mujeres, es necesario -entre otras cosas- ayudar a las chicas a identificar y a rechazar aquellas situaciones en las que se da por supuesto que son ellas las que deben supeditarse; y al mismo tiempo alentarlas a que se sitúen en la relación amorosa como iguales y diferentes a su pareja".

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