22 de septiembre de 2008

Juanita Jiménez, integrante del Movimiento Autónomo de Mujeres: “Hay saña contra el movimiento de mujeres”


La feminista Juanita Jiménez considera que el caso Zoilamérica dividió al movimiento de mujeres en Nicaragua porque las puso en un dilema: creer en la niña abusada o respaldar al caudillo del partido en que militaban

“Fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, manteniéndose estas acciones por casi 20 años de mi vida”. En 1998 una desconocida Zoilamérica Narváez hacía temblar el mundillo político del país y ponía en jaque a un caudillo que ansiaba volver al poder del que fue destronado democráticamente en 1990. Su relato —escalofriante, crudo, alarmante— fue un golpe para un hombre que se vendía como revolucionario, a favor de las clases sociales más desprotegidas y cuyo discurso hablaba de reconciliación.

Ortega sorteó la denuncia con una justicia a su favor, que desestimó el caso en 24 horas; pero la espina había sido clavada y el relato de Narváez le dio la vuelta al mundo, logrando que grupos de intelectuales, políticos de izquierda y sobre todo los movimientos de mujeres, le dieran la espalda al viejo caudillo, que hasta entonces algunos veían como un importante líder revolucionario, de ésos que luchan por las igualdades sociales en el continente.

Las organizaciones de mujeres nicaragüenses, que en la década de 1980 formaron parte activa del Gobierno revolucionario, cerraron filas a favor de Zoilamérica Narváez, no sin antes verse en la disyuntiva de si creer en el relato de la joven o apoyar al líder del partido del que alguna vez formaron parte.

Juanita Jiménez dice que la decisión dividió al movimiento, entre una mayoría que apoyó a Narváez y la acompañó en su denuncia; y otro grupo que siguió formando parte del Frente Sandinista. Para las primeras, la denuncia de Narváez significó una ruptura total con un partido del que se venían distanciando desde 1987, explica en esta entrevista Jiménez, integrante del Movimiento Autónomo de Mujeres, el grupo al que ahora el gobierno de Ortega, diez años después de aquella denuncia, persigue con todas sus fuerzas tal y como ocurría con los herejes en los tiempos de la Inquisición.

“El movimiento de mujeres ha estado en todo el proceso histórico de los distintos acontecimientos del país. Las mujeres en distintos contextos nos hemos organizado en función de defender nuestros derechos. El rol de la mujer fue fundamental en la lucha antisomocista; muchas mujeres se dispusieron, junto con hombres, a trabajar en función de denunciar atropellos y luchar por la libertad de toda la ciudadanía”, dice Jiménez en esta conversación.

“(En el gobierno revolucionario) se dio el fenómeno que las mujeres empezaron a demandar derechos particulares, con mucho énfasis en el derecho a vivir sin violencia, porque la situación de violencia en el contexto de la guerra se manifestaba de forma específica y muy cruel a nivel de la familia; y también todo el tema de los derechos sexuales y reproductivos. En el contexto de la revolución hubo mucho atropello de parte de los líderes del Frente Sandinista, en el sentido de que no querían que se hablara de esos temas, no querían que se priorizara esa parte que, muy populistamente, decían que iban a ser emancipadores de los derechos de la mujer, pero en lo concreto, de manera incoherente, no permitían que las mujeres hablaran de esos derechos particulares”, explica.

Y fue así como empezó la ruptura y lo que Jiménez llama “todo un proceso de autonomía”, con la creación de varias redes de mujeres, organizaciones feministas y grupos comunitarios alejados del viejo partido.

Pero otro grupo, muy fuerte en la década de 1980, se mantuvo al lado del Frente Sandinista y prefirió no pronunciarse cuando en 1998 Zoilamérica Narváez lanzó su controversial denuncia: el Movimiento Autónomo de Mujeres Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE). Domingo intentó obtener una entrevista con representantes de esta organización, pero en la sede de AMNLAE de Managua nos dijeron que la persona que podía dar declaraciones no se encontraba. Tratamos de comunicarnos por varios días con la delegada departamental de la organización, pero no atendió su celular.

“Cuando vos oís hablar de movimientos autónomos es porque marcamos diferencias de otros movimientos de mujeres que puedan retomar el nombre pero que todavía tienen algún vínculo con esferas del poder formal”, afirma en esta entrevista Juanita Jiménez.

Una de las críticas que se le hace al movimiento de mujeres es que después de la década de 1980 se esparció, restándole fuerza a esta causa.

No hubo una dispersión. Cuando vos estás en un proyecto muy hegemónico, como el que implicaba la revolución, al salirte hay un momento en que el movimiento se desarticula, porque es como volverte a reorganizar, volver a buscar nuevas formas organizativas y, particularmente, del 90 al 91, podemos hablar de reorganización del movimiento.

En 1992 surgen nuevas formas organizativas, que son las redes de mujeres; hay mujeres que organizaron sus propios movimientos civiles, comunitarios, de cara a la búsqueda de financiamiento. Por otro lado, el rol articulador desde una perspectiva de ciudadanía, se fue estructurando a través de lo que fueron las redes temáticas: Red de Mujeres contra la Violencia, Red de Mujeres por la Salud, Red de Mujeres Educadoras. Nos dividimos el trabajo, de cara a posicionar otra vez en la agenda pública, en ese nuevo contexto de democracia y pacificación, los derechos de las mujeres.

¿Cómo se pueden entender los ataques de este Gobierno, que se autollama de izquierda, hacia las organizaciones de mujeres, cuya causa siempre ha sido enarbolada por la izquierda?
Hay una desnaturalización de los partidos políticos, han renunciado a sus propias ideologías históricas. En 1998, cuando se da la primera denuncia que golpea el liderazgo de Daniel Ortega, que es la denuncia de su propia hija (Zoilamérica Narváez), se pone en cuestión al movimiento de mujeres, porque implica denunciar a un líder revolucionario de actos que se cometen en el ámbito de la familia. Te das cuenta que un líder no es un dios, un líder es un hombre y como hombre ha cometido delito, abusado de los derechos de esa niña.

Ante la denuncia de Zoilamérica Narváez se plantea un reto para el movimiento de mujeres, que es un movimiento que reivindica derechos, que cree en la justicia, que cree que las mujeres tenemos derecho a vivir sin ningún tipo de violencia y que condenamos toda forma de violencia. Nos puso en un dilema.

¿Hubo divisiones en el interior del movimiento por este caso?
Por supuesto. Ahí se probó si éramos coherentes con lo que veníamos trabajando. Se planteó a lo interno de la Red de Mujeres contra la Violencia si asumíamos el acompañamiento del caso o nos hacíamos de la vista gorda de ese hecho atroz. Si creíamos en la víctima o seguíamos creyendo en un líder. La mayoría en la Red optamos por asumir con coherencia la defensa y el acompañamiento a la denuncia de Zoilamérica Narváez. Ahí se probó que era un movimiento legítimo.

Hubo organizaciones que siguen muy ligadas al Frente Sandinista, como AMNLAE, que aunque políticamente no enfrentaron en su partido la acusación, sí acompañaron el proceso, aunque no de una manera pública.

Esto marca un momento histórico para el movimiento de mujeres y rompe el vínculo real con el partido, porque las mujeres que todavía estaban cerca del partido se dieron cuenta que el partido optó por defender a un líder por encima de reivindicar derechos para las mujeres. Ése es el mensaje que se da cuando Daniel Ortega no enfrenta a la justicia y más bien se burla de la justicia.

¿Entonces los movimientos de mujeres han roto totalmente lazos con el Frente Sandinista?
El movimiento ya había roto vínculos desde 1987.

¿Pero mantenían relaciones con el partido?
Algunas líderes del movimiento seguían siendo oficialmente militantes del partido. En 1998 hubo una ruptura total, las que todavía tenían vínculos en las estructuras partidarias se salieron honrosamente del partido, porque fueron cuestionadas, presionadas para que no apoyaran la denuncia de Zoilamérica Narváez.

¿No consideraron que era un golpe para el movimiento de mujeres no contar con el respaldo de un partido tan poderoso como el Frente Sandinista?
No. Nosotras nos convencimos que tenemos roles diferentes. Los movimientos de mujeres se deben a las mujeres y a la ciudadanía. Los partidos políticos tienen un rol en la sociedad. Cuando vos oís hablar de movimientos autónomos es porque marcamos diferencias de otros movimientos de mujeres que puedan retomar el nombre pero que todavía tienen algún vínculo con esferas del poder formal.

¿La situación actual es una pasada de cuentas del Presidente por el apoyo de las organizaciones de mujeres a Zoilamérica Narváez?
Es que la pasada de cuentas era algo que ya sabíamos, ya habíamos analizado que el peor contexto era que llegara al poder el Frente Sandinista. Sabíamos que nosotras no somos del agrado de la pareja presidencial porque tenían esa cuenta pendiente con nosotras. En toda la actuación del Presidente desde que llegó al poder, ves claramente que hay una saña contra el movimiento de mujeres.

¿Pensaron que ese enfrentamiento iba a ser de la forma como lo estamos viendo actualmente, con fuertes ataques a líderes particulares del movimiento?
Sí. Planteamos que la persecución política es contra todos aquéllos que ellos consideren adversos al Gobierno y al pacto que se ha estructurado entre los grandes caudillos. Pero también que iba a ser una persecución con mayor saña para el movimiento de mujeres.

¿Si habían previsto esa persecución por parte del Gobierno, planificaron algún plan para hacerle frente?
Nosotras en todos los espacios nacionales e internacionales hemos venido denunciando cada acto. No lo vemos aislado dentro de una política de persecución, que en general es contra toda la sociedad civil, pero con saña para las organizaciones de mujeres. En todo el mundo saben lo que está pasando con los derechos de las mujeres en Nicaragua y cuál es el tipo de persecución al que estamos siendo sometidas. Hay una escalada violenta a partir de toda la campaña de los últimos días por una censura que hay a nivel internacional y que no necesariamente hemos promovido nosotras. Por supuesto que es simbólico que en Paraguay alce su voz una funcionaria de un Gobierno que se encuentra en la línea de los gobiernos de izquierda. Para ellos es un golpe muy fuerte que una funcionaria, una feminista, le ponga un condicionamiento al Presidente que iba a ser investido.

¿Consideran de izquierda a Daniel Ortega?
Nosotras no. Hemos sido muy claras: Daniel Ortega y el Frente Sandinista no representan ni ideas revolucionarias, ni de avanzada, ni de progreso. El ser de izquierda implica que vos podás hacer prevalecer los derechos y la justicia social. Nosotras hemos venido denunciando los abusos desde que se inicia el pacto y todo lo que eso ha implicado, como renunciar a derechos fundamentales de la mayoría. Este movimiento tiene sus lazos y sus vínculos en las ideas de izquierda, porque implica el progreso de la ciudadanía.

Vemos también un caso particular: una mujer, Rosario Murillo, que ostenta mucho poder...
Nosotros no le reconocemos a ella su calidad de representar, o que pueda representar, los derechos de las mujeres, porque su comportamiento, incluso en la década de la revolución, siempre fue en contra de los movimientos feministas y de mujeres. No fue casual que ella prefiriera defender a su esposo por encima de representar los derechos de su propia hija. En ese sentido ella no tiene crédito en decir que representa la voz de las mujeres. Lo que hay es una manipulación. Es un ejercicio de poder conjunto, familiar, no es sólo ella por ser mujer, sino toda una familia que, incluso, desde el mismo seno del Frente Sandinista se ha criticado que se han adueñado del partido. Ostentan un poder que no se los ha validado ni la misma revolución, porque muchos que encabezaron esa revolución están fuera del Frente Sandinista.

Explíqueme cómo es que Murillo, siendo parte de un gobierno revolucionario, estuvo en contra de los movimientos de mujeres en la década de 1980.
Siempre estuvo en contra. Ella fue muy controversial; todo lo que oliera a feminismo ella lo satanizaba. Siempre satanizó todas las ideas que ella consideraba que iban en contra de lo que ella podría creer. Ella tenía un pensamiento muy limitado en función de ideas muy propias; ella sola se ha creado su propia ideología y la vende y la promueve ella misma. El esoterismo que se le señala tiene muchas implicaciones en su vida, que va más allá de cualquier religiosidad que pretenda hacer creer que ha asumido.

¿Ustedes creen que se va a mantener la política de ataque hacia las organizaciones civiles o que en un momento el Gobierno baje el tono?
Todo nos indica que ellos están tratando cada día de confrontar y agudizar la situación. Nosotras estamos preparadas para resistir, hemos señalado que no tenemos miedo porque sabemos cómo actúan, ya que también estuvimos en esas estructuras. Evolucionamos y comprendimos lo que es una cultura democrática y nos convencimos en serio de eso. Vamos a hacer resistencia hacia cualquier ataque que se plantee, y si echan presas a un grupo, pues estaremos presas, pero eso no nos va a callar; sabemos que se sumarán muchas otras voces. Vamos a utilizar también todos los mecanismos, porque nosotras aprendimos a defender los derechos humanos.

Carlos Salinas Maldonado
www.laprensa.com.ni

No hay comentarios: