10 de septiembre de 2008

El 63 % de los adultos tiene conductas violentas

Un estudio del Programa Infamilia reveló que en Uruguay el 63% de los adultos tiene, ya sea en forma psicológica o física, actitudes de violencia con niños, niñas o adolescentes que integran su grupo familiar. El informe señala que la violencia psicológica se da en mayor grado en los sectores medio y alto, mientras que la violencia física se da, principalmente, en los estratos más bajos.

El Ministerio de Desarrollo Social, a través de su Programa de Infancia, Adolescencia y Familia (Infamilia), presentó este martes los resultados del Estudio de Prevalencia de Maltrato contra niñas, niños y adolescentes.
Para dicho relevamiento se optó por interrogar a los adultos sobre sus conductas hacia los niños y adolescentes del hogar (siempre teniendo en cuenta las dificultades que una encuesta de estas características tiene debido a que muchas personas ocultas sus propias conductas violentas, especialmente ante una entrevista).

El estudio se realizó a través de una encuestas personales, sobre una muestra representativa de la población mayor de 18 años, residentes en el Área Metropolitana (Montevideo urbano y centros urbanos vinculados a la capital de Canelones y San José). Se tomaron hogares con presencia de uno o más niños o adolescentes de 0 a 18 años.
La muestra fue de 1.100 casos.
En el marco del lanzamiento de los datos del informe, la ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi, dijo que los padres tendrían que replantearse muchas cosas para saber hasta qué punto ciertas acciones no se convierten en violencia.
“Veamos qué nos dice el estudio, porque hacia ahí fuimos. Y queremos decirlo con total claridad: son preguntas; tenemos algunas conclusiones, pero en realidad preguntarnos a nosotros mismos, porque a nosotros nos pasó cuando lo leímos.

Empezando por nosotros mismos, por esta sociedad uruguaya de la cual hablamos. ¿Cuándo fue la última vez que lo abracé? ¿Cuándo fue la última vez que le dije que lo quería? ¿Cuándo fue la última vez que fuimos a pasear aunque yo no tenía ganas porque reventada, y de lo que tenía ganas era, después de una semana de trabajo, poner los pies para arriba y mirar televisión. O capaz que lo pongo a ver dibujitos para que no me jorobe.

Entonces, ¿eso es violencia? Nosotros pensamos que sí. Pero vamos a ver qué dice el estudio que llevaron adelante los compañeros y compañeras en este plan”, señaló Arismendi.
Dicho informe distingue tres tipos de maltrato infantil: violencia psicológica, maltrato físico moderado y maltrato físico severo. Para determinar el tipo de conducta el adulto encuestado debía responder la frecuencia en que la misma había ocurrido en relación al niño de referencia.


Según indica el estudio, la “violencia psicológica o emocional” puede resultar tanto o más perjudicial que algunas formas de maltrato físico. Por eso se manejan algunos ejemplos: hablarles fuerte o gritarles, insultar o maldecir, amenazarlo con enviarlo afuera o echarlo de la casa, amenazar con pegarle, llamarlo estúpido, haragán o alguna otra cosa parecida.

La violencia psicológica, según la investigación, se da en el 58.5 % de los casos. Esto tomando como base la prevalencia crónica (aquellos hogares donde dos o más veces se dan conductas violentas). La cifra crece a más del 63 % cuando se trata de niños en edad escolar.

Respecto al maltrato físico moderado, el informe indica que la diferencia entre esta forma de agresión y la severa sólo cumple una función analítica, ya que cualquier agresión física a un niño constituye un problema grave. Algunos ejemplos: sacudirlos, golpearlos en la cola con un objeto duro, darles palmadas en la cola con la mano descubierta, pegarle con la mano en su mano, brazos o piernas, pellizcarlos.
El 36.5 % de los entrevistados declaró haber agredido físicamente al niño o adolescente de referencia en alguna de estas modalidades en más de una oportunidad.

También se revela que los sacudones y los golpes en la cola con la palma descubierta constituyen prácticas muy extendidas entre la población adulta entrevistada. La prevalencia es mayor cuando se trata de niños en edad escolar.

El maltrato físico severo o muy severo incluye los golpes de puño, los golpes con un objeto duro en alguna parte del cuerpo que no sea la cola, las cachetadas y voltear o tirar al niño al piso. De todas estas prácticas, la más frecuente, según se indica, es la cachetada. Esta forma se da en un 8 %.
Otras cifras: 6 de cada 10 personas tienen conductas de maltrato psicológico, 4 de cada 10 tienen conductas de maltrato físico moderado y 8 de cada 100 tienen maltrato físico severo.
El director del Programa Infamilia, Julio Bango, dijo que esta encuesta confirma que el fenómeno de violencia corta transversalmente todos los sectores socioeconómicos y culturales de la sociedad.
“Con un mayor sesgo de la violencia psicológica en los sectores medios y altos, y con un desplazamiento un poquito mayor de la violencia física a los sectores de nivel socioeconómico bajo, tal como lo caracteriza la Facultad de Ciencias Sociales. Esto no quiere decir que no haya ni maltrato físico en los de arriba, ni maltrato psicológico en los de abajo.

Nosotros pensamos que el Estado tiene una responsabilidad frente al tema y por eso estamos haciendo desde el INAU, en coordinación con otros organismos, determinadas políticas de atención a situaciones ya consolidadas de violencia, compartiendo nuestro trabajo con las organizaciones no gubernamentales, pero también estamos haciendo trabajo de prevención y hay que avanzar.

Creemos que estas cifras ameritan a que nos planteemos, como ciudadanos, los que estamos de un lado del mostrador y los que están del otro lado, acerca de las prácticas de crianza de nuestros hijos e hijas”, afirmó Bango.

Cuando se discrimina por tipo de violencia se encuentra que hay mayor prevalencia general de maltrato psicológico en los hogares de nivel socio-económico alto (43.1 % frente al 27.3 % en los hogares de nivel medio y 17.4 % en los niveles bajos).

En contraposición se registra mayor prevalencia general de violencia física en los hogares más desfavorecidos socialmente (15.7% de violencia severa o muy severa, frente a 13.6% en los hogares medios y 9.2 en los altos).

Respecto a los datos arrojados por este informe y el fin que le darán ciertas organizaciones, la coordinadora del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav), María Elena Mizrahi, dijo a Índice 810 que se tarta de una herramienta que dará los instrumentos para observar la realidad.
“Nosotros cuando empezamos a trabajar sobre los mapas de ruta de Primaria, sobre los protocolos de intervención, y empezamos a articular el sistema, vimos que necesitábamos instrumentos que validaran lo que nosotros veníamos trabajando, sospechando que estaba pasando. Pero no teníamos ningún elemento empírico que nos diera los instrumentos para decir: en esta sociedad pasa esto, el maltrato infantil y la violencia es intra familiar y estas son las cifras y esta es la respuesta que nosotros debemos dar”, sostuvo Mizrahi.

Por su parte, la asistente social Mariela Solari afirmó que “todos vemos” las situaciones de violencia familiar, “pero hacemos que no vemos”.
“Poder mirar la globalidad de cuál es el lugar que están teniendo los niños y los adolescentes y el vínculo que los adultos tienen. Porque como bien se dijo se asocia el problema del maltrato y la violencia a las situaciones más graves que aparecen cuando ya no pudiste intervenir antes; cuando aparecen situaciones de abuso sexual o del maltrato físico severo, entonces ahí nos sensibilizamos con que el problema existe.

Y en realidad eso es como el punto más alto de un ciclo de violencia que se viene dando de forma absolutamente naturalizada, que todos lo vemos pero hacemos que no vemos, o que lo legitimamos por un montón de otras cuestiones que tienen que ver con creencias que están instaladas en la cultura. Y creo que esto lo que hace es mostrar que esto atraviesa todas las clases sociales.
Creo que nos tiene que preocupar mucho en las edades y en el tipo de maltrato que se da en los primeros años de vida y en la edad escolar, que son edades sumamente importantes para el desarrollo de los niños y que nos teníamos que preguntar también qué es lo que está pasando”, cuestionó Solari.
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