4 de septiembre de 2008

Cadena perpetua

Ya va siendo hora de abandonar un falso progresismo consecuencia del franquismo, que estamos pagando muy caro. Reconozcámoslo: hay delincuentes peligrosos que no tienen reinserción posible en la sociedad.

Sin embargo se les deja en libertad en virtud de una ley cobarde que devuelve a la sociedad los desechos humanos que ella misma fabrica.

Lo peor son las víctimas, especialmente si hablamos de niños. Hace unas horas han detenido en Santander a Marcelino Fernández, que lleva 20 años entrando y saliendo de prisión por abusos sexuales a niñas, la mayor de 9 años.

Se beneficia del máximo de prisión preventiva, beneficios penitenciarios o el tercer grado y cuando sale de permiso siempre actúa de la misma forma: lo vuelve a hacer. ¿Qué hacemos con él?

Lo mismo le sucedió al asesino de Mari Luz Cortés en Huelva o a Xavier Tamarit en el Raval de Barcelona, quien tras abusar de 8 menores durante un permiso penitenciario fue condenado a 115 años de prisión, pero a los 9 estaba en la calle para volver a abusar de una niña.

Las víctimas en este caso son demasiado valiosas para ser utilizadas como moneda de cambio para defender un modelo de reinserción social que ni los expertos médicos aconsejan. No son sólo niñas, son vidas futuras que se rompen de la forma más violenta en su origen.

En España hay 65.000 presos, 2.500 están acusados de agresión sexual y 800 de pederastia. Y todos ellos van saliendo a diario de nuestras cárceles sin estar curados, si es que pueden curarse de su parafilia.

Miles de menores de edad se encuentran hoy en España desprotegidos gracias a una ley cobarde y llena de complejos. Asegura el defensor del menor que sólo se denuncia una de cada ocho agresiones sexuales a un menor y la policía advierte que estamos frente a una epidemia, España es el sexto país en consumo de pornografía infantil del mundo.

En el Reino Unido tienen registrados y vigilados a 30.000 agresores sexuales peligrosos, en Estados Unidos controlan todos sus movimientos, en Francia se inaugura en breve en Lyon un hospital exclusivo para tratarlos y practicar la castración química.

Aquí la Generalitat reunió una comisión de expertos para valorar la cuestión y como siempre no hacer nada. No enfrentarse a la realidad es destruir nuestro futuro que son los niños.

Albert Castillón
www.lavanguardia.es

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